AVERNO EN LOS MADRILES
El aire brilla, un espejismo vacilante, olas de calor ondulan por la tarde, una ráfaga de horno, implacable y feroz. Sombras que se retiran, tenues como susurros, cemento ardiendo bajo los pies, incluso las cigarras en silencio, aturdidas por el fuego. Espejos de luz, crueles y cegadores, el cielo, un lienzo desteñido, rígido y hueco, hojas rizadas, sedientas, quebradizas al tacto. Aliento abrasador, cada inhalación es una descarga, gotas de sudor formándose. El sol, un señor inquebrantable, despiadado en su mirada. Calles silenciosas, desiertas, quietas, la naturaleza oculta. Este infierno inesperado, la garra despiadada de un verano repentino.
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