divagaciones

La muerte es terrible, morimos todos los días. Se muere cuando se pierde un ser querido, se muere cuando ves morir a otros. Hay seres humanos que disfrutan viendo morir a otros. Cada día entiendo menos la muerte, a pesar de que yo también muero casi todos los días. No entiendo ese odio y enfrentamiento por cuestiones de raza, religión, color, género o ideario político. No aprendemos de las tragedias, guerras, genocidios u holocaustos pasados.  Seres humanos muriendo de hambre y sed para que otros consigan más terreno o por diferencias ideológicas. Millones de seres humanos en el umbral de la pobreza, miseria y olvido. Perturbados de todos los colores que tienen atenazados a sus países y a los que habitan dentro. Muerte, dolor, el negocio de las fábricas armamentísticas. Hipocresía, mentira, muerte, más muerte. Sigo muriendo casi todos los días sin ninguna esperanza.  Viva la vida, la sonrisa, los derechos humanos, la libertad de pensamiento.

Amigo, compañero Merlín. Acabo de limpiar la terraza y de nuevo dolor, angustia al ver como tus últimas huellas desaparecen de mi vista. Esas huellas, olores que tu viejita vejiga no podía retener. Las semanas anteriores a tu despedida fueron muy duras  Cualquier cosa me hace soltar lágrimas. Salgo a hacer deporte por las mañanas, paso por el parque Don Quijote, o de regreso por Dehesa de la Villa, nuevas lágrima asoman. Son los lugares en los que esa correa o collar te dejaba libre. Corres, caminas, miras y vuelves a correr, pero siempre me buscas para ver si estoy cerca. Es duro, terrible, sí, terrible que a pesar de los consejos, recomendaciones de amistades o familia, no sea capaz de olvidar el dolor y que se humedezcan mis ojos.  Recuerdo con mucho dolor cómo gozabas con las sabrosas latitas últimamente para que tu pequeño estómago no sufriera. Oigo aún esos mimosos sonidos cuando te preparaba la comida. Mi querida hija Laura, que te trajo de tierras cordobesas, me ha regalado un