MUJER. CINCO LETRAS

No se cansaba de insultar, humillar, maltratar, me recordaba al paranoico Galván de Montemayor, personaje buñuelesco, neurótico, autoritario, egocéntrico; él, que siempre se preocupaba por los demás, que no soportaba las injusticias sociales, la trataba como a un trapo viejo. Le encantaba todo lo francés, París 'mon amour', Montand, los Campos Elíseos, aquello parecía La Vie en Rose, pero terminó con Lágrimas Negras. Su cara era un volcán en erupción, chorreaba lava por todas partes, piernas doloridas, ojos por los que apenas entraba luz, una catarata de lágrimas, lágrimas negras. Cada lágrima era una secuencia de su vida,  plano secuencia, infancia feliz pero truncada por un amor joven y confiado.

Lo conoció a los 16 años y a los 18 se habían casado, parecía un muchacho listo, amable. Les gustaban las películas clásicas, íban mucho al cine, Cinema Paradiso, La Dolce Vita, La Vida es Bella, o eso parecía. Pasaron los años, su carácter de mal en peor, Jekyll y Hyde. Su vida se desmoronaba, lágrimas negras, otro empujón, insulto, una bofetada. Pasaba delante de la comisaría una y mil veces, pero nada... ¡Qué dirán...! No se atrevía.

Soy una amiga que relata en primera persona su agonía, su dolor, su silencio, miedo. No podía resistir más, tenía un plan para escapar, dejar de sufrir en silencio, dejar de nadar en aguas turbulentas y quería recuperar el tiempo perdido. Quedó atrapada. Una puñalada trapera atravesó su corazón herido, sus ojos se secaron.

Siempre les quedaría París.

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